El 15 de octubre se ha establecido como el Día Mundial de las Mujeres Rurales, y en esta conmemoración hemos querido lanzar una mirada retrospectiva, evocando nuestra experiencia de trabajo en el medio rural de la Isla a lo largo de los últimos 18 años.
La contribución de la teoría de género para el estudio de las mujeres rurales, ha sido crucial para que lográramos entender la situación y la posición de las mujeres rurales en Gran Canaria, y destacar que comparten características comunes con el resto de mujeres de territorios rurales de las Islas y de la España continental.
Pero, ¿cuáles son esas características?
Arraigo de los valores tradicionales de género, las mujeres siguenteniendo que superar muchos estereotipos y roles de género que limitan su participación en los espacios públicos y productivos, y cuando participan tienen que compatibilizar el trabajo productivo con las tareas domésticas y de cuidados, a la vez que lidian con los mecanismos de control social y con las negociaciones dentro y fuera del hogar.
Fragilidad en derechos sociales y humanos, y vulnerabilidad en laviolencia.
Responsabilidad, casi exclusiva por parte de las mujeres, en las tareas domésticas y de cuidados de la familia. A las mujeres rurales como principales sustentadoras del ámbito reproductivo les condiciona enormemente dedicarse a otras actividades que les permita compatibilizar el trabajo extradoméstico con el intradoméstico, de ahí la importancia de avanzar en corresponsabilidad, en un proceso de construcción de “sentidos comunes” y de “reciprocidades”en las políticas pública, donde se consideren: tiempos para cuidar, dinero para cuidar, y servicios de cuidados. “Cuidadanía”.
Invisibilidad de los aportes económicos y sociales de las mujeres rurales. El papel de las mujeres rurales en las actividades económicas en el medio rural, ha sido contemplado como complementario al del hombre, de ayuda, apoyo o asistencia, pero en muy pocos casos considerados como una actividad económica. Esto ha contribuido a la marginalidad e invisibilización de sus aportaciones.
Los trabajos de cuidados, de reproducción, de ayuda familiar y de sostenibilidad de la vida, han sido sometidos a la invisibilidad, y han hecho posible el mantenimiento de las condiciones de vida y de trabajo asalariado de los hombres, y ha redundado en la falta deautonomía y de libertad de las mujeres.
División sexual del trabajo y minoría cuantitativa de mujeres como titulares de explotación. Muchas de las explotaciones agrarias de carácter familiar con que cuenta la Isla, usan la mano de obra de las mujeres como Ayuda Familiar, trabajo secundario o auxiliar respecto al masculino. Una extensión del trabajo doméstico, no remunerada, sin reconocimiento jurídico, ni identidad profesional, que no genera derechos ni protección social, pero que sí han contribuido a los ingresos familiares y a la subsistencia de la unidad familiar, que además ha permitido la pervivencia y desarrollo de los municipios rurales.
Condiciones de vida de las mujeres en el medio rural
Falta de oportunidades laborales: precariedad de la oferta, temporalidad e inestabilidad.
Baja afiliación a la seguridad social: la ayuda familiar las ha despojado de derechos como trabajadoras. Las oportunidades laborales aparecen en la economía informal, sin regulación de derechos.
Falta de servicios e infraestructuras públicas: residencias de mayores, centros de día, ludotecas, guarderías, transporte, …
Dificultades de acceso a las TIC. La disponibilidad de ordenadores con acceso a internet, disminuye en municipios pequeños, existe la necesidad de romper con la brecha digital de género, sobre todo en las mayores. Las TIC, suponen herramientas indispensables para el desarrollo social entre las más jóvenes, y una estrategia para la incorporación laboral y la promoción empresarial
Posición social de las mujeres del medio rural
El empoderamiento y la autonomía de las mujeres y el mejoramiento de sus condiciones políticas, sociales, económicas, sanitarias, y de seguridad, constituyen en sí, un fin de gran importancia, Además son imprescindibles para lograr el desarrollo sostenible en el medio rural. Es preciso que mujeres y varones participen por igual en la vida productiva y reproductiva, en cuanto a la corresponsabilidad en las tareas de cuidados, domésticas y laborales.
Será necesario forjar e incidir en un modelo de convivencia social y familiar más igualitarios, donde se compartan espacios, recursos, decisiones y responsabilidades familiares, domésticas, profesionales y económicas. “La igualdad también se aprende”
Educar en valores de igualdad y buenos tratos, cuestionando roles de género tradicionales, promoviendo la autonomía y combatiendo estructuralmente la violencia de género.
– La participación y representación de las mujeres rurales es mayor en temas culturales y de ocio, como dinamizadoras comunitarias. Sin embargo es insuficiente en las organizaciones profesionales agrarias y cooperativas, y no están adecuadamente representadas en sus consejos de dirección.
– Presión social sobre el comportamiento femenino, factores que determinan la huida de las mujeres jóvenes del medio rural
– Violencia de género invisibilizada. La dependencia de las mujeres, provoca mayores dificultades de sufrir violencia de género y de salir de esa situación.
Las actividades económicas de las mujeres del medio rural
La ley de titularidad compartida de las explotaciones agrarias, nace de la necesidad de demandar un estatuto de coexplotante para mujeres cónyuges de titulares, que les otorgue reconocimiento de derechos como mujeres trabajadoras y cotitulares de explotaciones familiares agrarias (reflejo económico y social). Esta ley no difundida, ha tenido muchos obstáculos en su implementación, y no han sido habilitados los registro de cotitulares en nuestra comunidad autónoma, así que las mujeres no pueden acceder a las ayudas y derechos de producción relacionadas con la PAC y a la protección social de la Seguridad Social.
Sin embargo, podemos observar como en determinados municipios, existe un incremento sustancial de mujeres asalariadas agrícolas, asociadas fundamentalmente a cultivos intensivos hortícolas y de frutales de alta rentabilidad. Las mujeres constituyen una reserva de mano de obra, muchas veces con fenómenos de salarización temporal, precaria o sumergida.
Este papel residual, de participación desordenada de las mujeres en la agricultura, de expulsión/huida, en un proceso paulatino de desagrarización (pérdida de importancia de la actividad agraria) del medio rural, ha ido acompañado de la terciarización de la economía en nuestros municipios rurales, y de la necesidad de independencia económica e identidad profesional de las mujeres. Las mujeres rurales están teniendo un marcado protagonismo en el sector servicios, trabajos que desempeñan conjuntamente con multitud de otras funciones de cuidados, y que les ha permitido la pluriactividad y la multiocupacionalidad.
Las nuevas generaciones de mujeres rurales transforman el perfil laboral y evidencian la importancia de la integración salarial y de las oportunidades que ofrecen las industrias agrarias y el sector servicios, a través de los nuevos usos del espacio rural (comercio, hostelería, turismo, atención a la población, consumo ecológico, biodiversidad, servicios profesionales, etc…).
Los mayores niveles formativos y los retos ante los nuevos yacimientos de empleo, son elementos que condicionan las posibilidades de incorporación al mercado laboral de las mujeres jóvenes en óptimas e iguales condiciones.
Por la tanto género y generación no son categorías neutras en el medio rural, en lo concerniente a las opciones laborales, la movilidad espacial, etc.
Las diferencias de poder
Las diferencias de poder entre mujeres y hombres, se basa en un distinto acceso a los recursos económicos y sociales, lo que ha limitado enormemente la autonomía y libertad de las mujeres y las ha llevado a una situación de dependencia.
Escasa participación y representación de las mujeres rurales en las organizaciones políticas, profesionales y cívicas.
Las mujeres experimentan doble y difícil posición en el ámbito público, porque los estereotipos y expectativas de género contraponen feminidad y liderazgo, al mismo tiempo que asocian liderazgo a las características típicamente masculinas.
Las diferentes responsabilidades que asumen las mujeres compatibilizando lo público con lo doméstico, es una barrera para la disponibilidad de tiempo que se exige para poder mantener las relaciones sociales y políticas que se demandan. Las opciones más realistas de disminuir las cargas de trabajo doméstico que están encontrando las mujeres vienen siendo la externalización de ese trabajo.
En el estudio sobre protagonismos públicos de mujeres y hombres en el medio rural: empresa, política y familia, realizado por AIDER Gran Canaria, en el año 2012, en el marco del proyecto de cooperación Igualar se constata los desequilibrios, que son estructurales y que responden al sistema de desigualdades de género, perpetuándolo; los hombres están en mayor número y ocupan posiciones de mayor poder, mayor visibilidad y mayor capacidad de influencia social.
Cuando las mujeres inician un proceso de emprendizaje, lo están haciendo en el sector servicios, que presenta menos barreras (menos inversiones, menor riesgo, mayores facilidades de conciliación de la vida personal, familiar y laboral), aunque también una menor rentabilidad.
De todas formas, las capacidades emprendedoras en el medio rural son aún insuficientes, y el reto en el emprendimiento de las mujeres rurales, parte de la necesidad en mejorar las capacidades emprendedoras en liderazgo, y gestión empresarial y tecnológica.
El estudio señala que las mujeres en el medio rural, que se dedican a actividades políticas y de representación, comparten ciertos rasgos comunes, de los cuales se destacan:
– Que se retiran o son excluidas todavía jóvenes de la política y muchas no llegan a construir una carrera política.
– Que se accede a la política por tres caminos: a partir de un protagonismo público que se deriva de una actividad profesional, a través de los contactos directos con los partidos y sus miembros, o por la participación y liderazgo en asociaciones locales. En los tres casos, los hombres tienen una partida ventajosa, que les permite un acceso más directo y con mayor respaldo.
– Las familias, sobre todo las esposas, son un apoyo fundamental para la carrera política, proporciona cotidianamente el soporte emocional y logístico doméstico para el desempeño del cargo público. Para las mujeres, el apoyo aparece con más cuestionamientos, su presencia en la política es una desobediencia a los mandatos tradicionales de género, y las dudas se siembran de una manera más velada y a veces surgen cuestionamientos sobre sus capacidades.
– Lo masculino tiene mayor reconocimiento social, maneja más presupuesto, sus áreas son valoradas como de interés general y que afectan a toda la sociedad. Las áreas de gestión feminizadas afectan a colectivos específicos, vulnerables, en riesgos de exclusión, tienen menor poder de influencia, y menor capacidad de decisión.
En la búsqueda de soluciones a la discriminación y a la SITUACIÓN de las mujeres rurales en Gran Canaria, la propuesta está en cambiar de POSICIÓN. El que se planteen ser actoras de los procesos de desarrollos y quieran tener derechos y responsabilidades, facilitará el acceso a bienes y recursos para poder vivir en el medio rural y avanzar hacia un mundo rural que elimine desigualdades y discriminaciones e interactúe de forma responsable con el medio ambiente.
Buscamos un pacto de equidad, un pacto solidario con principios de igualdad de oportunidades y acceso a los recursos (trabajo, agua, tierras, tecnologías, créditos, formación, tiempo, conciliación, .….).